El sistema de salud cubano, alguna vez presentado como “una potencia médica”, muestra hoy su lado más oscuro y deshumanizado.

En una denuncia hecha pública por redes sociales, la madre Felipa Hortensia Arencibia reveló el desgarrador caso de su hijo, Raciel José Menejías Arencibia, un niño en estado crítico, que fue rechazado por la jefa del servicio de neuropediatría del Hospital Pediátrico "William Soler" de La Habana, la Dra. Albia Josefina Pozo Alonso.

Según la madre, la doctora se negó rotundamente a ingresarlo, a pesar de conocer perfectamente la gravedad del cuadro clínico del menor. “No me hago responsable de su vida, ni lo atenderé más”, fueron las palabras frías e inhumanas de la médica, captadas en video. Esta actitud no solo es una violación ética, sino un reflejo alarmante del colapso moral y funcional del sistema sanitario en la Isla.

Este caso no es aislado. En las últimas semanas, se han reportado múltiples incidentes similares: pacientes sin acceso a antibióticos básicos, quirófanos inoperativos por falta de electricidad, e incluso partos atendidos con linternas de celulares por la falta de luz.

En Holguín, una niña de 6 años murió de una infección que era perfectamente tratable, pero el hospital no contaba ni siquiera con un solo frasco de penicilina.

La tragedia de Raciel José, cuyo único crimen es haber nacido en un país donde el Estado controla la salud pero no garantiza el cuidado, debe ser un grito de alerta. No se trata solo de una médica que incumple su juramento hipocrático, sino de una maquinaria ineficiente que pone en peligro la vida de miles de cubanos diariamente.

La comunidad internacional y la sociedad civil cubana no pueden seguir callando. Es urgente visibilizar estos abusos, exigir responsabilidades y proteger a los más vulnerables. Hoy es Raciel. Mañana puede ser cualquier otro niño, madre o anciano.

¡Compartan esta denuncia! La vida de Raciel José importa. La negligencia no puede ser la norma... ¡El silencio mata!.

(Del perfil de la Tijera)

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