El Dr. C. Reynol Delfín García Moreira fue elegido como Vicegobernador Provincial de La Habana este 30 de noviembre, en un proceso que, como ocurre con todos los cargos de alto nivel en Cuba, no contó con la participación directa del pueblo. La elección estuvo a cargo exclusivamente de los delegados de las 15 asambleas municipales del Poder Popular, quienes emitieron su voto tras recibir la propuesta previamente aprobada por las estructuras superiores del Estado y del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Según la información oficial, García Moreira obtuvo el 97,8% de las boletas válidas, resultado habitual en un sistema donde no existe competencia política. Aunque el proceso se presenta como una votación “libre, igual, directa y secreta”, lo cierto es que el ciudadano común no tiene derecho a elegir a quienes ejercen cargos provinciales. Tal como establece la propia Constitución, el candidato a vicegobernador es propuesto por el Presidente de la República, lo que significa que su aprobación depende primero del filtro del PCC, único partido permitido en el país y rector de toda la vida política nacional.

Antes de la votación, diputados designados por el Consejo de Estado leyeron la fundamentación de la candidatura, un trámite protocolar que forma parte de los mecanismos de legitimación del cargo. Como ocurre en cada elección dentro del sistema político cubano, las propuestas no compiten entre sí, no existen alternativas, ni se permite que los ciudadanos presenten candidatos independientes. De esta forma, los delegados municipales —también elegidos bajo un sistema altamente controlado— ratifican la decisión previamente tomada por la cúpula del poder.

El nuevo vicegobernador reemplaza a Jesús Otamendiz Campos, quien fue promovido en agosto al puesto de ministro de Trabajo y Seguridad Social. Se trata, por tanto, de una rotación interna dentro de la misma estructura política, donde los ascensos tienden a premiar la lealtad partidista más que la evaluación pública de la gestión.

García Moreira es médico graduado en Ciego de Ávila y ha ocupado diversos cargos dentro del sistema de Salud Pública. Fue director provincial en su territorio natal y posteriormente en La Habana, además de vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial. Entre 2019 y 2022 dirigió la misión médica cubana en Venezuela, una de las experiencias internacionales más valoradas por el gobierno cubano, no solo por razones sanitarias, sino también por su relevancia política y económica. Tras su regreso al país, fue promovido a viceministro de Salud Pública.

Durante su trayectoria ha sido reconocido con varias distinciones otorgadas por instituciones del Estado y por la Central de Trabajadores de Cuba, como la condición de Vanguardia y la Distinción Manuel Fajardo. También integró el Comité Provincial del Partido en La Habana, un elemento clave para ocupar cualquier posición de autoridad dentro del sistema.

La elección de García Moreira ilustra, una vez más, el funcionamiento del modelo político cubano: cargos que se presentan como electivos pero que, en realidad, son designaciones internas validadas por delegados municipales sin que la ciudadanía pueda decidir. En un país donde el PCC es el árbitro absoluto de la vida política, las elecciones provinciales no representan un ejercicio democrático, sino un mecanismo de confirmación del poder ya establecido.

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