Cuba: entre el ciclón y la calma rota
Redacción de CubitaNOW ~ miércoles 29 de octubre de 2025
Cada año, el calendario cubano marca una estación que no solo trae lluvias y vientos: trae también la certeza de la destrucción. Los ciclones ya no sorprenden; se esperan. Lo que sí duele, una y otra vez, es ver cómo tras el paso del desastre natural, permanece el desastre humano. Casas que eran frágiles se convierten en polvo, techos que ya no resistían una tormenta se desploman sobre familias enteras, y las promesas de reconstrucción solo levantan paredes tan endebles como la esperanza.
Las familias que pierden su hogar, a menudo lo pierden todo. En los barrios más golpeados, se repiten los mismos rostros, los mismos escombros y la misma resignación. Porque cuando el viento amaina, lo que queda es la pobreza. Y con ella, el hambre, la enfermedad y el silencio.
Hoy Cuba convive con virus y brotes de todo tipo, en medio de hospitales sin medicinas ni agua, donde los médicos hacen milagros con lo poco que tienen. En las calles, los apagones apagan también la paciencia: horas sin luz, sin refrigeración, sin descanso. Y cuando llega la comida —si llega—, no siempre alimenta: muchas veces enferma.
Mientras tanto, en el otro extremo de la realidad, hay quienes no conocen el apagón ni la escasez. Los que habitan los despachos del poder siguen viéndose saludables, vestidos con ropas nuevas, a salvo del polvo y de la necesidad. Su Cuba no se moja ni se oscurece.
El pueblo, en cambio, sigue mirando al cielo con miedo: miedo a la tormenta, pero también a otro día igual al anterior. Y entre tanto dolor acumulado, muchos se preguntan —en voz baja, apenas audible— si algún día cambiará esta historia de resistencia sin recompensa, de dignidad sin pan, de pueblo sin consuelo.