Virginia McCullough, una mujer de 36 años, fue condenada en octubre de 2024 a un mínimo de 36 años de prisión por asesinar brutalmente a sus padres, John y Lois McCullough, en su casa de Essex, Reino Unido.

Lo que más ha horrorizado a la opinión pública es que, tras cometer los crímenes en junio de 2019, convivió con los cadáveres momificados de sus progenitores durante más de cuatro años, mientras tejía una red de mentiras para mantener su secreto oculto.

De acuerdo con la investigación policial y la fiscalía, Virginia envenenó primero a su padre utilizando medicamentos recetados. Luego atacó a su madre con un martillo y terminó por apuñalarla.

Después de los homicidios, construyó una especie de "tumba improvisada" en el dormitorio donde colocó el cuerpo de su padre cubierto con mantas, muebles y cuadros. El cadáver de su madre fue ocultado en un saco de dormir dentro de un armario del piso superior. Ninguno de los cuerpos fue descubierto hasta septiembre de 2023, cuando el médico de cabecera de los McCullough alertó a la policía tras meses sin recibir noticias de ellos.

Durante esos años, Virginia mantuvo una vida aparentemente normal mientras mentía de forma sistemática a familiares, amigos, instituciones médicas y bancarias. Alegaba que sus padres estaban enfermos, ausentes o simplemente dormidos para justificar su ausencia. Usó sus cuentas bancarias, acumuló deudas a su nombre y se benefició económicamente de sus muertes mientras habitaba la casa familiar en completo aislamiento. La pandemia le facilitó mantener el engaño, utilizando el confinamiento como excusa para evitar visitas.

Louise Hopkins, hermana de la asesina, ha hablado por primera vez públicamente tras la sentencia, en una entrevista exclusiva con The Sun. A pesar del horror que rodea los crímenes, Louise declaró que perdonó a Virginia, aunque asegura que jamás la visitará en prisión: "He creado una vida de paz y tranquilidad para mí y mis hijos. Perdono a mi hermana, pero no la visitaría".

Louise también confesó sentirse atormentada por la culpa tras haberse distanciado de sus padres en 2018. “El dolor me ha atormentado. A veces pienso que debo ser la culpable por haberme alejado de todo eso”, dijo entre lágrimas. Aunque fue invitada al juicio, prefirió no asistir para proteger su salud mental. En sus palabras: “No estoy bebiendo el veneno de otros”.

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