Pensar diferente en Cuba es castigado, no solo por el gobierno, también por aquellos que se dicen fieles seguidores, que en realidad buscan ocultar bajo consignas su cruda hipocresía y falta de humanidad total.

No me gusta escribir de abusos de ninguna clase, pero es mi deber como persona y periodista, con sangre y tinta corriendo por las venas.

La más reciente denuncia de atropellos ‘revolucionarios’ llega desde el hogar del escritor, periodista, activista LGBTIQ y ambientalista

Pedro Manuel González:

“Continuamos bajo atentados desesperados al hogar. Hoy amanecimos sin teléfono fijo. En la madrugada alguien cortó la línea exterior con un instrumento cortante. El mismo con que quisieran cortar nuestra yugular.

Los cobardes suelen operar de esa manera vil...y mantenerse indemnes. Hasta un día”, ha publicado el cubano.

Pero el acoso no se detiene Pedro ha vuelto a denunciar hoy a través de su perfil de Facebook lo siguiente:

“A todos los amigos (y enemigos que comparten este post con muy diversos fines) les informo que cortar el cable no ha sido más que creer van a callarme. Tan prontito los vecinos supieron de mi denuncia anterior,

ANUNCIARON, oigan esto, entre acólitos "confiables "que "eso no se va a quedar así” ¿Qué les parece? Era esperable de cierta mafia”.

Lo inexplicable es el silencio de las autoridades, o perdón, si es explicable, este cubano es descartable para quienes debieran velar por todos, este activista es incómodo porque tiene voz propia y en Cuba, eso, es por demás imperdonable.

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