El popular músico cubano Cándido Fabré, conocido por su apoyo incondicional al régimen de La Habana, sorprendió a muchos con una reciente publicación en la que pidió desesperadamente la libertad de su compañero de trabajo, Ramiro Arzuaga, quien lleva más de siete meses preso en la provincia de Mayabeque. Sin embargo, su súplica ha generado polémica por el doble rasero moral que representa: Fabré implora justicia solo cuando el afectado es parte de su entorno, pero ha guardado silencio absoluto ante las miles de injusticias cometidas por la dictadura que él mismo ha defendido durante años.

En su mensaje, compartido en redes sociales, Fabré escribió:

“Ruego a Dios por la salud de todos los enfermos y por la libertad de mi compañero Ramiro Arzuaga, para nosotros El Moro, El Indio, preso desde hace más de siete meses sin ningún delito en San José de las Lajas, Mayabeque. Allí en todos los registros está limpio. Su niño huérfano espera por él al igual que nosotros, sus compañeros de trabajo. Exijo revisión y su libertad. ¿Por qué tanta demora? ¿A quién le conviene tal injusticia?”

El reclamo, cargado de frustración y fe, muestra el desconcierto del artista ante la detención de su colaborador. Sin embargo, sus palabras no tardaron en generar críticas entre los cubanos dentro y fuera de la isla, que señalan su hipocresía al condenar una injusticia puntual mientras ignora las que sufre todo un pueblo.

Durante décadas, Cándido Fabré ha sido uno de los músicos más alineados con la dictadura castrista. Ha participado en actos oficiales, ha defendido públicamente a los dirigentes del régimen y ha minimizado las denuncias de represión, hambre y falta de libertades en Cuba. Pero ahora, cuando la maquinaria represiva toca su entorno más cercano, el cantante parece descubrir que el sistema que tanto ha justificado también devora a los suyos.

Mientras implora por la libertad de su compañero, Fabré nunca ha elevado su voz por los presos políticos del 11J, ni por jóvenes como Luis Robles, ni por artistas, periodistas o activistas encarcelados únicamente por expresarse. Tampoco ha pedido la liberación de madres y padres separados de sus hijos por protestar pacíficamente.

Su mensaje, aunque humano, evidencia la ceguera selectiva de quienes viven dentro del sistema y solo reconocen la injusticia cuando los afecta personalmente. Miles de cubanos llevan años denunciando detenciones arbitrarias, juicios amañados y condenas desproporcionadas sin que figuras como Cándido Fabré se solidaricen con ellos.

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