Las estadísticas no mienten. El éxodo de cubanos hacia Estados Unidos en los últimos meses es alarmante, tanto que la cifra supera ya por mucho la oleada de migrantes que llegó a suelo norteamericano durante la crisis de los balseros de 1994 en los años más duros del denominado Período Especial.

Solo en el mes de marzo, más de 32 000 cubanos llegaron a EE.UU. a través de la frontera terrestre sur de ese país, una cifra récord que ilustra a las claras la desesperanza de los ciudadanos en la isla ante la actual crisis y la pésima gestión del régimen. En el éxodo de los balseros, se registraron 30 000 migrantes de la isla.

La cantidad de marzo además es el doble de los que llegaron en febrero por la misma vía. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) está en camino de detener a más de 155 000 cubanos durante el año fiscal actual, iniciado en octubre pasado, según muestran los registros, casi cuatro veces el total de 2021 y un aumento de doce veces con respecto a 2020. También la huida de cubanos marca una diferencia con otros éxodos históricos como el del Mariel, en 1980, cuando unos 125 000 cubanos llegaron a Estados Unidos.

El número es todavía más significativo si se observa el contraste respecto del número de deportaciones. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) de EE. UU., solo ha deportado a 20 cubanos en los últimos cinco meses, y solo a 95 durante el año fiscal 2021. Las autoridades deportaron a 1583 cubanos en 2020, según datos obtenidos por el Washington Post y publicados este jueves.

Los registros de CBP muestran que alrededor del 75 por ciento de los cubanos detenidos a lo largo de la frontera con México son adultos que viajan solos. Asimismo, las detenciones de CBP a lo largo de la frontera sur alcanzaron un récord de 1,73 millones durante el año fiscal 2021, y las proyecciones sugieren que este año la cantidad será mayor.

Habitualmente, los recién llegados vuelan a Nicaragua, país que eliminó el requisito de visa para los cubanos el otoño pasado. Luego emprenden una riesgosa travesía por tierra hasta llegar a Texas, o Yuma, Arizona, donde se entregan a los agentes fronterizos de EE. UU. para comenzar la solicitud de asilo político.

“Casi todos los de las generaciones más jóvenes se están yendo”, dijo al referido medio una cubana que llegó a Miami acompañada de su esposo y sus dos hijos en enero, tras viajar a Managua, la capital nicaragüense.

Las protestas callejeras que estallaron en las ciudades cubanas en julio pasado fueron vistas como una reivindicación de la estrategia planteada por los partidarios del expresidente Donald Trump, pero ahora las sanciones más duras, combinadas con los propios fracasos económicos de Cuba, están potenciando la emigración, comentó al medio estadounidense Michael Bustamante, un historiador de Cuba en la Universidad de Miami. “Esta no es una victoria para la política estadounidense y no es una victoria para el pueblo cubano”, aseveró. 

Pese a los intentos del régimen por proyectar una imagen optimista ante la actual debacle, la amarga realidad que enfrentan los cubanos entre la escasez de alimentos, medicinas, transporte y los elevadísimos precios se hace cada vez más insostenible. Las expresiones públicas de disconformidad, por otro lado, son duramente reprimidas. Un análisis de la revista National Review ubicó a Cuba como el país más miserable del mundo en 2021.

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