China continúa lidiando con una preocupante desaceleración económica marcada por la caída de los precios al consumo y una deflación persistente en sus fábricas. Según datos recientes de la Oficina Nacional de Estadística, el índice de precios al consumo (IPC) subió apenas un 0,1% en diciembre de 2024 en comparación con el año anterior, mientras que los precios industriales han caído durante 27 meses consecutivos, registrando una disminución del 2,3% en el último mes.

A pesar de los intentos del gobierno por revitalizar la economía mediante estímulos y políticas monetarias más flexibles, los resultados han sido limitados. Los precios al consumo para todo 2024 aumentaron solo un 0,2%, muy por debajo de las expectativas iniciales. Esta situación plantea serias preocupaciones para Beijing, que teme un ciclo de menor consumo, recortes salariales, despidos y, en última instancia, una reducción de la inversión empresarial.

Los economistas consideran que la recuperación de la demanda interna es crucial para superar las presiones deflacionistas. Sin embargo, el entorno actual refleja una economía estancada, donde el bajo crecimiento de los precios afecta negativamente tanto a los ingresos de las empresas como a los salarios de los trabajadores.

Aunque el IPC subyacente, que excluye precios volátiles como alimentos y combustible, mostró un leve repunte del 0,4% en diciembre, esta mejora no ha sido suficiente para revertir las tendencias negativas en otros sectores clave, como la vivienda y la atención sanitaria.

En respuesta a esta crisis, el gobierno chino, liderado por Xi Jinping, ha priorizado el fomento del consumo y la demanda interna. Entre las medidas tomadas se incluyen mayores subvenciones para productos de consumo, financiamiento para la modernización de equipos industriales y la expansión de los sectores beneficiados por estos apoyos.

No obstante, los analistas advierten que estas acciones pueden no ser suficientes. Robin Xing, economista de Morgan Stanley, asegura que la recuperación económica de China será un proceso prolongado. Además, la depreciación del yuan sigue siendo una preocupación latente, ya que podría limitar el margen de maniobra del Banco Popular de China para aplicar políticas monetarias más agresivas, como recortes adicionales en las tasas de interés.

De cara al próximo año, las expectativas de una recuperación económica sólida permanecen bajas. Los economistas de Citi señalan que el deflactor del PIB, una medida amplia de los precios en toda la economía, podría permanecer en territorio negativo por tercer año consecutivo, marcando la racha más larga desde la década de 1960.

A pesar de los estímulos anunciados, las dificultades estructurales, como la desaceleración del consumo y la dependencia del endeudamiento público para impulsar el crecimiento, complican las perspectivas a mediano plazo.

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