El Kaseya Center de Miami vibró con una intensidad que trascendió lo musical. Miles de asistentes, en su mayoría miembros del exilio cubano, fueron testigos de un concierto que se transformó en un acto de profunda carga emocional y política.

El cantante español Melendi y la icónica cubana Aymée Nuviola ofrecieron mucho más que canciones: compartieron un grito colectivo por la libertad de Cuba y una declaración de apoyo incondicional al pueblo cubano y sus presos políticos.

El punto álgido del evento llegó con la interpretación de “Pan para Yolanda”, una canción que se ha convertido en símbolo de esperanza y resistencia. Antes de comenzar, Nuviola se dirigió al público con palabras que dejaron huella: “Esta canción, como dice Melendi, solo incita al amor y refleja desde el respeto la realidad de un pueblo que no tiene voz. ¡Viva Cuba Libre y libertad para los presos políticos!”.

Su mensaje fue recibido entre aplausos, vítores y lágrimas de quienes sintieron que por fin alguien decía en voz alta lo que tantos piensan en silencio.

"Lo que ocurrió en ese escenario fue mucho más que música; fue un llamado al mundo, un acto de humanidad y un gesto de solidaridad que no se improvisa. Cuando Melendi tomó el micrófono para improvisar versos dedicados a los cubanos, no solo estaba compartiendo su talento, sino comprometiéndose con una causa que trasciende fronteras." Su grito de “¡Viva Cuba Libre!” retumbó en cada rincón del recinto, dejando claro que no se trata solo de una colaboración artística, sino de una toma de postura frente a la opresión.

A través de sus redes sociales, Nuviola expresó lo vivido: “Más emotivo no pudo ser, más simbólico que esta unión de voces clamando por nuestro pueblo cubano, sería más show que otra cosa. ¡Gracias, Melendi, you are the best! Y hoy repetimos”, escribió, subrayando el carácter continuado de su compromiso.

El evento en Miami no solo emocionó a quienes estaban presentes, sino que también envió un mensaje claro y firme a la comunidad internacional: los artistas tienen el poder de amplificar las causas justas.

Que Melendi, una figura global, se sume a ese coro de voces que clama por la libertad, confirma que el arte puede ser también una herramienta de lucha.

En tiempos donde la censura y el miedo aún pesan sobre Cuba, estos gestos importan. No son solo palabras: son actos de valor que alimentan la esperanza de que, un día, el grito de “¡Viva Cuba Libre!” no se escuche solo en el exilio, sino en cada calle de la Isla.

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