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Ulises Toirac desata carcajadas; revela el secreto chino que “rejuvenece” a cualquiera

Redacción de CubitaNOW ~ martes 23 de diciembre de 2025

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Ulises Toirac volvió a encender las redes con una de esas publicaciones suyas que combinan humor, ironía y un retrato muy cubano de lo absurdo. Esta vez, el popular humorista se lanzó a “explicar” la historia china desde un punto de vista tan delirante como ingenioso, comenzando por la construcción de la Gran Muralla y terminando en un insólito invento capaz de devolverle años de vida a quien lo toque: los famosos “jarrones de añopatlá”.

"Ponte a investigar las dinastías chinas y las etapas en que se construyó la muralla China (que llevó un retongonal de años hacerla) pa que tú veas lo longeva que es esa civilización. Los primeros tramos de muralla fueron hechos pa que no pasaran dinosaurios.

"De hecho siguieron haciéndola altísima y anchísima, porque un sabio escribió un libro titulado «¿Que se etinguielon lo dinosaulio? ¡Sitaen!» en el que instaba a la población a bloquearse frente al monstruo invasor. Y así... Muralla pacá y pallá metiendo materiales a derecha e izquierda. Siglos. Hasta que el mismo sabio, que ya tenía como tres mil años escribió otro libro que título: «Yasecabalon! ¡Jone!» que fue por cierto best-seller de ventas"

Como vemos, con ese toque suyo de hipérbole cómica, asegura que las murallas se hicieron altísimas y anchísimas porque un sabio escribió un libro alertando a la población sobre esos “monstruos invasores”. La ficción histórica sigue creciendo cuando afirma que ese mismo sabio, tras vivir tres mil años, escribió otro libro celebrando que finalmente se habían “acabado” los dinosaurios, obra que –dice Toirac– fue un “best-seller” en su época.

Pero el comediante no se queda en la muralla. El verdadero giro humorístico llega cuando narra la “tradición” de algunas dinastías chinas —Ming, Tang o “la que sea”— de guardar años dentro de hermosos jarrones hechos de “tierras raras”.

En su versión, estos jarrones funcionan como cápsulas de tiempo viviente: por fuera parecen nuevos, pero por dentro conservan la vejez acumulada de los años que almacenan. Con su ironía habitual, destaca que estas tierras raras sirven tanto para fabricar estos artefactos como para preocupar a Estados Unidos, porque cualquier país que las posea despierta interés geopolítico inmediato.

"No es porcelana exactamente de lo que están hechos. Sino de tierras raras. No el grupo de música de los 70, del piso. En unas zonas que hay por allá. Sirven a eso y pa que Estados Unidos se preocupe por el país que las tenga. ¡Y a «Rare Earth» nadie le cayó a bombazos, tu!"

Toirac describe que existen miles de estos jarrones repartidos por toda China, y que incluso se han convertido en un producto de exportación. El “método de uso” no podría ser más cómico: uno mete las manos dentro del jarrón, se las pasa por la cara como quien se lava, y boom, retrocede diez o quince años en el tiempo.

Un procedimiento digno de una parodia futurista, pero narrado por Toirac con esa seriedad pícara que hace funcionar el chiste.

El cierre de su publicación, como suele ocurrir, conecta el humor con la realidad cubana. Después de afirmar que a los chinos no les preocupa rejuvenecerse porque siempre habrá “chinos suficientes para sobrevivir cualquier desastre”, lanza la pregunta que provoca la carcajada final: “Pa un cubano… ¿te imaginas recuperar 66 años?”. Un remate que mezcla nostalgia, crítica social y humor negro, sello inconfundible del actor y humorista.


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