Silvio Rodríguez vuelve a ponerse del lado del poder, de espaldas a su pueblo
Redacción de CubitaNOW ~ jueves 23 de octubre de 2025

Silvio Rodríguez, el eterno trovador oficialista, vuelve a ponerse del lado del poder. En una entrevista con Rolling Stone en Español, el autor de Ojalá defendió una vez más a la Revolución cubana y justificó el desastre de más de seis décadas de autoritarismo con una frase que resume su postura: “Las revoluciones no son perfectas, son necesarias”.
Desde su cómoda posición de figura privilegiada del régimen y por la riqueza acumulada por su innegable exitosa carrera artística, Silvio volvió a repetir el viejo libreto del castrismo: culpar al “imperio”, negar la represión y justificar el control total del Estado sobre la vida de los cubanos. No habló del hambre, del exilio masivo ni de los jóvenes que arriesgan su vida en el mar buscando libertad. Tampoco mencionó a los artistas censurados, encarcelados o empujados al destierro como Luis Manuel Otero Alcántara o Hamlet Lavastida.
Rodríguez incluso defendió las misiones militares cubanas en África, negando que fueran intervenciones. Para él, vestir un uniforme es “defender la soberanía”. Pero en la memoria de muchos cubanos aún están los miles de jóvenes enviados a Angola sin querer, las madres que nunca vieron regresar a sus hijos y los silencios forzados de quienes se atrevieron a cuestionar esa “solidaridad internacionalista”.
Mientras critica al capitalismo, el trovador reconoce que el socialismo “te quiere meter en una cuadrícula”, aunque lo asume como un precio aceptable. Lo que no menciona es que esa cuadrícula se ha convertido en una jaula donde pensar diferente puede costar la libertad o el exilio.
Su discurso, teñido de nostalgia y alineado con el guión del Partido, evita cualquier autocrítica real. No hay una palabra sobre la censura, la pobreza o la desesperanza que empuja a millones a huir. Silvio sigue cantándole al sueño del cual otros ya despertaron.
En contraste con figuras como Pablo Milanés, quien tuvo el valor de reconocer los errores del sistema que ambos ayudaron a construir, Rodríguez sigue defendiendo la “revolución necesaria”, aunque esta haya devorado a su propio pueblo.
Una vez más, el trovador de la utopía se convierte en portavoz del régimen. Desde su millonaria residencia en Jibacoa, mientras Cuba se apaga entre apagones y colas interminables, Silvio insiste en justificar lo injustificable: un país donde cantar libremente sigue siendo un acto de valentía.