En un acto celebrado en el Despacho Oval de la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció unas palabras de despedida al empresario Elon Musk, quien deja su puesto al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).
Trump no escatimó en elogios al describir a Musk como “uno de los líderes empresariales e innovadores más grandes que el mundo haya dado”. El momento marcó el cierre de una etapa tan polémica como inusual, en la que el magnate de la tecnología participó directamente en la administración pública.
Musk, fundador de Tesla, SpaceX y otras compañías tecnológicas, había aceptado el cargo por invitación directa de Trump como parte de un plan para modernizar la estructura burocrática del gobierno federal. El DOGE fue concebido como un experimento para aplicar principios de eficiencia empresarial a la gestión pública, algo que generó entusiasmo en algunos sectores y fuertes críticas en otros.
A lo largo de su mandato, Musk impulsó medidas orientadas a la automatización de procesos, la reducción de estructuras redundantes y la digitalización de servicios, con resultados mixtos.
"Se ofreció a poner su gran talento al servicio de nuestra nación, y lo apreciamos profundamente", afirmó Trump. "Elon ha trabajado incansablemente, ayudando a liderar el programa de reforma gubernamental más radical y trascendental en generaciones", agregó el presidente, reconociendo la magnitud del intento de transformar el aparato estatal con un enfoque empresarial.
Aunque su gestión fue celebrada por algunos como un paso audaz hacia la modernización, también despertó preocupación entre defensores del servicio público tradicional, que consideraban que Musk aplicaba una visión tecnocrática y elitista, ajena a los principios democráticos del gobierno. Críticos señalaron, además, que muchas de las reformas propuestas beneficiaban indirectamente a compañías privadas vinculadas a la tecnología, generando conflictos de interés.
"Ha sido un privilegio servir a este país de otra manera, y seguiré colaborando desde donde pueda aportar más", dijo Musk en breves palabras al finalizar la ceremonia. Aunque no se han revelado detalles sobre sus próximos movimientos, se especula que podría intensificar sus esfuerzos en el sector aeroespacial o retomar proyectos en inteligencia artificial y neurotecnología.
La despedida entre Trump y Musk no solo fue protocolaria, sino también simbólica. Representa el final de un experimento político poco convencional, en el que la figura del empresario visionario intentó trasladar su estilo disruptivo a la maquinaria estatal. Aunque los resultados concretos aún están por evaluarse, la huella de esta etapa ya ha sido registrada como una de las más peculiares en la historia administrativa reciente de Estados Unidos.
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