Colombia ha amanecido bajo el impacto de una escalada violenta sin precedentes en lo que va del año. Una serie de atentados con artefactos explosivos ha golpeado a varias poblaciones del suroccidente del país, generando caos, muertes y una creciente alarma en la ciudadanía.
En la ciudad de Cali, el alcalde Alejandro Eder confirmó la detonación de explosivos en las cercanías de dos Centros de Atención Inmediata (CAI) de la Policía, específicamente en Meléndez y Manuela Beltrán. “Nuestra fuerza pública ya está en el lugar y los equipos de salud atentos ante cualquier eventualidad”, expresó Eder en su cuenta de X. Sin embargo, el balance fue trágico: se confirmó la muerte de dos civiles tras la explosión en el CAI de Meléndez.
A esta situación se suma el hallazgo de cilindros que estarían preparados para ser activados en la vía Cali-Palmira, arteria fundamental que conecta con el Aeropuerto Internacional Alfonso Bonilla Aragón, lo que evidencia la magnitud del plan violento que se estaría ejecutando en la región.
La violencia no se limitó a Cali. En los municipios de El Bordo y Corinto, en el departamento del Cauca, dos carros bomba fueron detonados en zonas estratégicas. En El Bordo, el ataque ocurrió frente a la Secretaría de Tránsito municipal; aunque no se reportaron víctimas fatales, los daños materiales fueron considerables. En Corinto, la explosión devastó locales comerciales y un vehículo fue completamente destruido. En ambas zonas, los efectos del atentado causaron pánico entre la población.
El expresidente Juan Manuel Santos condenó enérgicamente los hechos, atribuidos a las disidencias de las FARC lideradas por Iván Mordisco, incluyendo estructuras como los frentes Jaime Martínez y Dagoberto Ramos. “Estos ataques cobardes siembran terror y miedo en nuestra gente”, escribió Santos, reflejando un sentir generalizado de indignación y preocupación.
El Ejército Nacional confirmó también acciones terroristas en Jamundí, donde se detectó una “buseta bomba”, y en Villa Rica, donde se halló un vehículo cargado con explosivos en el peaje de la vía Panamericana. Asimismo, se reportaron hostigamientos armados en Toribío, Caloto y nuevamente en Corinto, que cobraron la vida de al menos dos policías.
Por si fuera poco, otra explosión se registró en Buenaventura, lo que eleva la cifra de ataques y evidencia una operación bien coordinada para desestabilizar la región. La multiplicidad de los puntos atacados sugiere un mensaje claro: los grupos armados están decididos a desafiar al Estado colombiano, afectando directamente a la población civil.
La ofensiva violenta ha encendido todas las alarmas del gobierno nacional, que enfrenta el desafío de responder con contundencia mientras trata de mantener abiertas las puertas del diálogo con algunos sectores armados. Sin embargo, los hechos de las últimas horas confirman que los grupos ilegales continúan apostando por el terror y el sabotaje, a pesar de los esfuerzos por alcanzar la paz.
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