Israel llevó a cabo una de sus operaciones encubiertas más complejas y ambiciosas contra Irán, en respuesta a las crecientes amenazas nucleares y de misiles por parte del régimen persa. La ofensiva, denominada Operación León Naciente (Im KeLavi en hebreo), fue el resultado de años de planificación meticulosa, innovación tecnológica y una estrecha coordinación entre la inteligencia del Mossad y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Según reportes de medios israelíes e internacionales, esta operación comenzó mucho antes de que se disparara el primer misil. El Mossad logró establecer una base clandestina de drones explosivos en las profundidades del territorio iraní, cerca de la capital, Teherán. Estos vehículos aéreos no tripulados fueron activados la noche del ataque y se dirigieron a lanzadores de misiles tierra-tierra que amenazaban directamente a Israel.
La acción también incluyó el contrabando de vehículos equipados con sistemas de armas de precisión, los cuales fueron ubicados estratégicamente cerca de instalaciones militares clave. Estos sistemas, activados al inicio del operativo, neutralizaron defensas aéreas críticas, permitiendo que los aviones de combate israelíes tuvieran libertad de acción total sobre el espacio aéreo iraní.
Uno de los elementos más llamativos de la operación fue el despliegue de comandos del Mossad que lograron infiltrarse en zonas altamente vigiladas para colocar armamento avanzado y sistemas de ataque encubiertos. Estas células actuaron simultáneamente, eliminando blancos seleccionados como parte de una lista negra elaborada por los servicios de inteligencia israelíes.
Entre los objetivos alcanzados estuvieron infraestructuras nucleares, sistemas de defensa antiaérea y la eliminación selectiva de altos mandos militares iraníes. Según fuentes de inteligencia, la ofensiva aérea mató al comandante de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami; al jefe del Estado Mayor, Mohammad Hossein Bagheri; al comandante de las Fuerzas de Emergencia, Gholam Rashid; y al menos a seis científicos nucleares de alto nivel.
La operación se basó en lo que fuentes israelíes describieron como una combinación de “pensamiento innovador, planificación audaz y ejecución quirúrgica”, apoyada por tecnologías de vanguardia, drones explosivos y agentes infiltrados en pleno corazón de Irán. Las acciones fueron coordinadas de tal manera que varios objetivos fueron alcanzados casi de forma simultánea, sorprendiendo por completo a los sistemas de inteligencia iraníes.
Además del ataque físico, la ofensiva tuvo un componente psicológico: demostrar la capacidad de Israel de operar con precisión dentro del territorio enemigo sin ser detectado. La base secreta de drones y los sistemas guiados por inteligencia humana subrayan el alto nivel de penetración del Mossad en la estructura militar iraní.
Los medios israelíes también informaron que esta ofensiva fue respaldada por una campaña prolongada de sabotaje encubierto y recopilación de inteligencia que allanó el camino para la ejecución final.
Con esta operación, Israel no solo golpeó objetivos clave del programa nuclear iraní, sino que también envió un mensaje claro a Teherán y a la comunidad internacional: está dispuesto a actuar preventivamente y con contundencia para garantizar su seguridad nacional frente a amenazas existenciales.
La magnitud y eficacia de León Naciente la convierten en un hito en las operaciones encubiertas modernas, y una señal de que el conflicto entre Israel e Irán ha alcanzado una nueva y peligrosa fase.
Reflexión sobre la vocación y el poder al servicio del pueblo, Padre Alberto Reyes Pías
Hace 3 horas
¡Acusa a Chocolate MC de traición y violencia! Yelena termina su relación con el cantante
Hace 1 día