Las Minas de Matahambre, ubicadas en la provincia de Pinar del Río, representan uno de los legados más significativos del desarrollo industrial en la Cuba del siglo XX. Su origen se remonta a 1912, cuando Victoriano Miranda descubrió una piedra mineralizada en sus tierras, dando inicio a lo que se convertiría en la explotación minera más relevante del país.
Formalmente establecida en 1913, esta mina fue durante décadas la principal fuente de extracción de cobre en Cuba, contando en sus años de mayor esplendor con una plantilla superior a los mil doscientos trabajadores. Su infraestructura alcanzó niveles de excelencia al incluir una de las minas más profundas de América Latina, con pozos de hasta 1.500 metros de profundidad.
Durante la primera mitad del siglo pasado, las Minas de Matahambre pasaron por manos extranjeras y nacionales, con momentos de auge especialmente marcados durante el mandato de Fulgencio Batista y la administración de Ernesto Rumagosa.
Este último impulsó la modernización del complejo industrial, aumentando la productividad y reforzando el papel de la mina en la economía local. La comunidad de Matahambre, que creció en torno a la actividad minera, vivió una transformación notable, con mejoras en educación, vivienda y acceso a servicios, todo gracias a la riqueza que generaba el cobre.
“Sin embargo, la historia de esplendor se vio truncada en 1960 con la nacionalización impuesta por el régimen comunista, que absorbió la mina bajo control estatal. A pesar de los esfuerzos iniciales por mantenerla operativa, la falta de inversión, la mala administración y la caída de los precios internacionales del cobre provocaron una lenta pero constante decadencia.”
En 1997, la mina cerró definitivamente, dejando tras de sí una infraestructura deteriorada y una población empobrecida.
En el año 2000, el lugar fue declarado Monumento Nacional, en un intento por reconocer su valor histórico. Pero el paso del tiempo ha convertido el área en una especie de “pueblo fantasma”, con edificaciones ruinosas y un proyecto turístico que nunca despegó.
Hoy, Minas de Matahambre es testimonio del esplendor que una vez tuvo la industria cubana y de las promesas incumplidas del modelo económico estatal que reemplazó la iniciativa privada. La mina sigue viva en la memoria de quienes trabajaron allí, pero su legado material se desmorona lentamente, entre la nostalgia y el abandono.
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