En una operación "quirúrgica" sin precedentes, el Ejército de Defensa de Israel (FDI) confirmó este domingo la eliminación de Ahmad-Reza Radan, conocido como el “Carnicero de Teherán” y máximo responsable de la Policía de la República Islámica de Irán Radan, que dirigía la Fuerza Disciplinaria y había encabezado campañas brutales contra mujeres que incumplían el velo obligatorio, activistas de derechos humanos y disidentes políticos, se encontraba entre los más temidos en el régimen de los ayatolás
Esta acción forma parte de la denominada Operación “Rising Lion”, una ofensiva aérea que incluyó decenas de misiones y el ataque simultáneo a instalaciones nucleares, bases de misiles y altos mandos del poder iraní. Entre los objetivos alcanzados se encuentran, según fuentes israelíes, figuras como el comandante del IRGC Hossein Salami, el jefe del Estado Mayor Mohammad Bagheri, así como científicos nucleares clave
La figura de Radan era sinónimo de represión. Estaba al frente de la imposición del uso del velo y la persecución sistemática de cualquier disidencia. También se le atribuye la supervisión de torturas en centros de detención y la represión violenta de protestas, como las de 2009 y posteriores. Su muerte supone un golpe directo a la estructura de control social y represión del régimen.
Las consecuencias en Irán ya se sienten: las autoridades policiales han declarado estado de máxima alerta, advirtiendo que las fuerzas de seguridad están listas para una respuesta contundente.
En Teherán, los residentes han experimentado una creciente tensión e incertidumbre ante la posibilidad de más ataques en sectores residenciales .
A nivel internacional, crece la preocupación por una escalada militar en Oriente Medio. Líderes mundiales ya han expresado llamados a la contención. Mientras tanto, Irán mantiene activo su programa de represalias, que ha incluido ataques con misiles hacia territorio israelí, con las correspondientes víctimas civiles y daños
Este golpe refleja una nueva etapa en la estrategia que Israel ha emprendido contra el régimen iraní, apuntando no solo a infraestructuras militares, sino también a los ejecutores del aparato represivo interno. La muerte de Ahmad-Reza Radan marca un antes y un después en el conflicto, dejando al descubierto el rostro brutal del régimen frente a la comunidad internacional y dejando en el aire la pregunta sobre hasta dónde llegará esta confrontación.
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