Con la inauguración del hotel Lagunas del Mar, antes conocido como Roc Lagunas del Mar, ubicado en la cayería norte de Villa Clara comienza un turismo especial en Cuba ya que está dedicado única y exclusivamente para militares rusos.
El establecimiento fue reformado y será operado íntegramente por personal ruso. Destinado exclusivamente a veteranos de la invasión a Ucrania y sus familias, este complejo turístico representa algo más que un simple hotel: es la materialización de un acuerdo entre el gobierno cubano y Moscú que despierta serias inquietudes sobre la soberanía nacional.
Este nuevo enclave turístico funcionará sin uso de efectivo. Todas las operaciones económicas se realizarán mediante tarjetas electrónicas, eliminando así el principal incentivo de los trabajadores cubanos: las propinas en divisa. Esta decisión amenaza con desmotivar a una fuerza laboral que ya se encuentra en condiciones precarias.
Para agravar aún más el panorama, el salario de estos empleados será pagado en rublos, que luego serán convertidos a pesos cubanos (CUP) según la tasa oficial de Cadeca, muy inferior a la del mercado informal. El resultado es una pérdida considerable del poder adquisitivo. “Se impone un modelo donde el trabajador queda atrapado entre la moneda extranjera y la estafa estatal”.
Pero lo más alarmante no es solo lo económico. La seguridad del hotel será manejada por personal ruso, sin intervención de las autoridades locales. Esta autonomía operativa convierte el recinto en una especie de enclave militarizado disfrazado de destino turístico. Lo que en apariencia es un proyecto vacacional, se perfila como una presencia extranjera que actúa con total independencia dentro del territorio nacional.
O lo que es lo mismo se trata de una base de operaciones encubierta, una ocupación sin tanques pero con infraestructura y con el consentimiento total del régimen cubano.
500 veteranos rusos que arriban al aeropuerto internacional de Cayo Coco son trasladados directamente a Cayo Santa María. Mientras tanto, los cubanos ven cómo crecen hoteles donde no pueden entrar, se consolidan zonas extranjeras donde no mandan y se devalúa su trabajo por decisiones que priorizan alianzas geopolíticas sobre la dignidad nacional.
En definitiva, el hotel Lagunas del Mar no representa una inversión turística: es un símbolo de entrega, de pérdida de autonomía y de una nueva etapa en la subordinación silenciosa del país.
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