En Cuba, el verano ha sido tradicionalmente una época de cierto alivio para las familias: el receso escolar permitía a niños y jóvenes participar en planes vacacionales organizados por escuelas, centros culturales o comunidades.
La televisión estatal renovaba su programación con ciclos de películas, concursos y emisiones dedicadas al público infantil y juvenil así como estrenos en el muy seguido espacio de las novelas. Se reforzaba el transporte hacia playas y áreas recreativas, mientras los servicios gastronómicos —aunque limitados— solían multiplicarse para acompañar el movimiento de la población. Era un esfuerzo conjunto por crear una sensación de "verano", aunque los recursos fueran escasos.
Sin embargo, el verano de 2025 es diferente. A la ola de calor extremo —con temperaturas que rompen récords históricos, como los 38°C registrados en Casablanca, La Habana— se suma un colapso energético sin precedentes. Los apagones no permiten siquiera que los hogares puedan usar ventiladores o conservar alimentos, y han forzado a suspender o reducir muchas actividades habituales de la temporada.
Las escuelas han cancelado sus planes vacacionales por falta de transporte y condiciones mínimas, y los centros culturales apenas abren sus puertas.
"Ya no hay programación especial en la TV ni ofertas gastronómicas en los puntos habituales de playa. Donde antes había meriendas, música y pequeños kioscos improvisados, hoy solo queda el sol abrasador, un mar humeante y la frustración de quienes llegan sin saber cómo volverán."
El transporte público hacia playas y zonas recreativas tampoco ha sido reforzado. A diferencia de otros años, donde se destinaban ómnibus adicionales los fines de semana, ahora se suprimen rutas enteras por falta de combustible. Esto no solo limita el acceso al esparcimiento, sino que aumenta la presión social, especialmente entre los más jóvenes, quienes no encuentran alternativas para ocupar su tiempo de forma saludable o entretenida.
"En este 2025, el verano no es sinónimo de alegría ni descanso. Es una extensión de la rutina de carencias, con más calor, más apagones y menos esperanza. No hay planes estatales, no hay transporte ni servicios, y el silencio de la televisión, de las calles y de los parques, lo grita todo."
Comparado con otros veranos, incluso en medio de crisis, este se vive como uno de los más apagados y desalentadores. Sin iniciativas culturales, sin acceso garantizado a lo mínimo y sin electricidad, el estío cubano de 2025 no parece una estación del año, sino un estado de supervivencia... ¡supervivencia en total depresión!
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