La voluntad del cubano Miguel Betancourt, un anciano de 66 años y residente en el municipio de Consolación del Sur, de la provincia de Pinar del Río, es digna de respeto y admiración.
A pesar de haber perdido sus piernas después de un delicado estado de salud, Betancourt hace trabajos de agricultura y albañilería con los que ayuda al sostén de su familia. Antes de los fatídicos sucesos, se desempeñaba como albañil y técnico de baterías automotrices y electricista.
“No dejo de ser ni albañil ni electricista, porque el saber y las profesiones nunca se pierden, pero ya ves, ahora estoy en algo que siempre quise hacer, pero que nunca intenté por falta de tiempo”, dijo a la prensa oficialista local sobre su incursión en la actividad de la agricultura.
Acerca de las causas de su discapacidad, recordó que “fue una cosa inesperada”. “Mientras trabajaba me dio un dolor. Estuve en coma durante ocho días y ya los médicos temían el peor de los escenarios. Mi familia me dice que en ese momento en todos los partes del equipo médico las noticias eran las de estar preparados para despedirse. Pero salí del coma y aquí estoy. Haciendo otra vez por mí y por mi familia”, dijo.
Su propia forma de ser lo ha ayudado sin dudas a superar la difícil prueba, pues el mismo asegura que tiene un carácter inquieto y no le gusta perder la ocasión de trabajar. “Nunca me acostumbré a perder tiempo. No me gusta estar sentado, necesito estar haciendo algo. Después de recuperarme, un día decidí no ser una carga más para mi familia, ni estar dentro de mi casa como un objeto. Fue entonces que me propuse sembrar mis cositas”, explicó.
“A mi toda la vida me ha gustado la agricultura, lo que sucede es que no siempre podemos hacerlo todo, ni estar en muchas cosas a la vez”, comentó, asegurando que incluso tenía planes de incrementar sus cultivos cuando un amigo le cediera espacio en su finca.
De momento, posee siembras de tomate, lechuga, ajo, cebolla, calabaza, plátano y otras variedades, mayormente para el autoconsumo del hogar y el apoyo al resto de su familia. “Nunca he sido ni comerciante ni vendedor. Con esto te digo que en ocasiones vienen vecinos y amistades a buscar alguna de mis cosechas para la alimentación diaria, y yo con humildad se las regalo. Siempre trato de ayudar a todo el que me sea posible”, expuso.
“Hoy creo que los límites son solo una excusa que el ser humano se pone a sí mismo. Tras quedar en esta situación me he dado cuenta de que las barreras solo existen en la mente de cada cual, y que están ahí para desafiarlas, para romperlas, para conquistarlas”, dijo.
Betancourt reconoció que muchas personas se encontraban en una situación como la suya, pero la actitud ante la realidad de cada quien es determinante. “Yo les digo que se levanten y reinicien sus vidas, que comiencen nuevamente, que esta es una segunda oportunidad para proponerse metas nuevas y lograr otros empeños con los que no se soñaba nunca”, aconsejó. “Les digo que sigan mi ejemplo, pues la vida solo se acaba cuando cerramos los ojos”, agregó.