La activista cubana Anamely Ramos cuenta que tras las manifestaciones en las que ha participado en México, ha comenzado a recibir amenazas de que no podrá regresar a la isla, donde tiene a toda su familia.
“Después de las manifestaciones acá en México, donde protestamos legítimamente por la visita del dictador Díaz Canel, he recibido estas amenazas "sutiles". Muy desorientados están si piensan que me van a intimidar con semejante sandez, pero ya que se tomaron el trabajo, aprovecho para decirles algo que hace rato tengo entre pecho y espalda”, cuenta la cubana.
Tras recibir esas amenazas Ramos envía un mensaje a quienes pretenden intimidarla:
Yo nací en Cuba y pretendo morirme en Cuba. Trabajé doce años en la única universidad de arte que tiene el país, por un salario mísero que comenzó siendo de 275 pesos y que después de tanto tiempo nunca llegó a los 1000 pesos. Fui incluso a Angola a dar clases y dejé a mi hijo pequeño para estar allá casi dos años, todo por 400 dólares al mes, cuando nuestro salario real era de aproximadamente 6000 dólares mensuales. El resto para ustedes. No me arrepiento de nada porque mis estudiantes, tanto cubanos como angolanos, compensaron con creces todo eso. Yo crecí mientras ustedes robaban.
Entre tantos matices, San Isidro significó un antes y un después y lo que comenzó siendo curiosidad y deseos de acompañar a Luis y a Maykel, se convirtió en prioridad para mí. Hoy estoy estudiando un doctorado por el que luché muchísimo, pero en ningún momento está en mi horizonte de vida abandonar Cuba definitivamente, ni tener que escoger entre los mundos que se me abren a cada paso y el íntimo lugar de mi esperanza última.
Si me extiendo es para que calibren de manera adecuada la frase a continuación: intenten quitarme la posibilidad de regresar a mi Patria y todo lo que ya han visto de mí no será nada.
Intenten separarme de mi familia, de los amigos entrañables que aún están adentro, de mi mar, del olor peculiar de la Habana... y verán cumplirse las palabras que les dije en una de mis primeras detenciones: ustedes se equivocaron de persona, cuando yo empiezo algo voy hasta el final. Yo no me anuló ni dejo que me anulen.
Sé muy bien que ustedes tienen el delirio de que ese país es suyo, que todos nosotros lo somos, pero yo no creo en eso. Yo me debo a mi fe, a la gente que amo, a muchas verdades que sé que me preceden y me sucederán. Camino lo más rectamente que puedo en esa dirección y me abro paso entre mis errores y límites, para intentar ser más libre y generosa cada día, porque creo que es lo que merecemos, y para lo que nacemos, los seres humanos.