Con su nueva obra Huevos, el comediante y dramaturgo cubano Alexis Valdés lanza una crítica aguda y sin concesiones al exilio cubano, especialmente a quienes han transitado sin pudor de una ideología a otra.

En tono de comedia amarga, Valdés pone en escena una historia cargada de ironías y contradicciones: un hombre víctima de un acto de repudio en Cuba descubre que su jefe en Miami es el mismo que lo humilló años atrás, aunque ahora convertido en defensor de la extrema derecha y de causas patrióticas.

La obra no solo desnuda la hipocresía de muchos exiliados, sino que también se atreve a tocar temas sensibles como el trauma, la culpa y el silencio que arrastran quienes han pasado de ser victimarios a aparentes defensores de la libertad.

“Los que ayer gritaban consignas en La Habana, hoy gritan otras en Miami. Pero el tono es el mismo. Y eso da que pensar”, afirma Valdés en entrevista con Camilo Egaña. Su reflexión evidencia el reciclaje ideológico que permea buena parte del discurso político del exilio, especialmente entre quienes ahora se proclaman guardianes de una moral que, en el pasado, violaron.

Esta contradicción es la base de Huevos, una comedia que mezcla el absurdo con lo trágico, y que explora cómo el dolor y la vergüenza se transforman en fanatismo y negación.

En un giro brillante, el personaje principal sufre un dolor físico cada vez que escucha la palabra “Castro”, metáfora del daño emocional no resuelto que muchos arrastran. “Es una herida que nunca sanó”, confiesa Valdés, explicando que detrás del humor hay una crítica feroz a la falta de introspección del exilio y a su tendencia a esconder los traumas bajo nuevas consignas políticas.

Además de su análisis sociopolítico, Valdés habla abiertamente de su vida personal. El impacto de la muerte de su padre y su experiencia con el abuso en la infancia —recogida en su libro El miedo los hizo fuertes— reflejan un proceso de catarsis que, al igual que en su obra, busca comprender el pasado sin caer en autoengaños.

Huevos no es solo teatro: es un espejo incómodo para quienes han cambiado de bandera sin cuestionar sus propias acciones.

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