Alertan en Cuba sobre el uso de testosterona y viagra sin control médico entre jóvenes
Redacción de CubitaNOW ~ domingo 21 de diciembre de 2025
En Cuba, además de los temas que dominan la conversación diaria, empezó a ganar terreno una preocupación menos visible, pero creciente: el consumo de testosterona y Viagra entre jóvenes sin supervisión médica. La práctica, lejos de ser anecdótica, fue abordada recientemente por la periodista María Isabel Perdigón en un texto publicado en el Periódico Guerrillero bajo el título “La fuerza prestada”, donde retrata cómo este hábito se ha ido colando “entre rutinas, de boca en boca y detrás de las ganas desesperadas de llegar rápido”.
Según el reportaje, cada vez más muchachos recurren a la testosterona para ganar masa muscular sin indicación profesional, mientras otros usan Viagra para sentirse “más eficaces” sexualmente o para sostener una idea de masculinidad ligada al rendimiento. Perdigón plantea que ambas sustancias —concebidas para usos médicos específicos— han pasado a circular como atajos en una moda silenciosa, marcada por la prisa de alcanzar un cuerpo ideal o cumplir expectativas.
El texto describe que este consumo no suele exhibirse abiertamente: se mueve en conversaciones de gimnasio, recomendaciones “de confianza” y una dinámica de presión colectiva en la que el “yo también” empuja a muchos a no quedarse atrás. En ese ambiente, lo que empieza como secreto termina normalizándose: “todo el mundo lo sabe”, pero pocos lo cuestionan.
Entre los testimonios, se cuenta el caso de un joven que comenzó a inyectarse testosterona buscando resultados rápidos. Con el tiempo, notó cambios físicos, pero también el costo: “Me veía mejor, pero me sentía peor”, confesó, tras experimentar acné severo, insomnio y variaciones bruscas de humor. La historia sirve como advertencia sobre el precio que puede cobrar el cuerpo cuando se fuerza el proceso.
Sobre el Viagra, Perdigón advierte que algunos lo han convertido en una especie de “amuleto” moderno, usado incluso “por si acaso”, sin que exista un problema real. El reportaje subraya un punto clave: no es un producto inocuo, sino un medicamento con efectos directos sobre el sistema cardiovascular, y su uso sin control —más aún combinado con alcohol— puede traer consecuencias.
Especialistas citados en el texto alertan que el uso indiscriminado de testosterona puede afectar el corazón y el hígado, alterar el metabolismo, reducir la fertilidad y provocar cambios emocionales difíciles de manejar. En el caso del Viagra, recuerdan que no está pensado para jóvenes sanos ni para funcionar como símbolo de hombría o refuerzo de autoestima.
Más allá de la sustancia, el reportaje coloca el foco en el trasfondo: presión social, modelos irreales amplificados por redes, inseguridades y una idea distorsionada de “ser hombre”. En esa lectura, el gimnasio aparece como un refugio donde muchos sienten control, pero la ansiedad por acelerar resultados abre la puerta a atajos peligrosos.
La autora cierra con una reflexión que resume el tono del texto: la fuerza real no sale de una jeringuilla ni de una pastilla azul. Y sugiere que, más que condenar o señalar, hace falta conversar, orientar y acompañar a tiempo, antes de que el daño sea irreversible.