Carlos Alejandro Campos Cruz de 20 años y Ernesto de Jesús González Fleitas, menor de edad, fueron detenidos e interrogados por agentes de la Seguridad del Estado en una unidad policial tras publicar en redes sociales una canción satírica contra el aumento de tarifas impuesto por la empresa estatal de telecomunicaciones, Etecsa.

La obra musical, ampliamente compartida en plataformas digitales, criticaba las recientes restricciones económicas que afectan a millones de cubanos, y fue considerada por las autoridades como un acto de “alteración del orden” y “provocación de malestar”.

Según denunció el periodista Mario J. Pentón, los jóvenes fueron tratados como si fueran terroristas: “Los atraparon como criminales, los amenazaron dentro de la unidad. Todo por decir lo que piensa la mayoría del pueblo”, afirmó.

La represión contra estos dos muchachos se suma a una creciente política de silenciamiento de voces disidentes que utilizan el arte para expresar el sentir ciudadano. La canción, lejos de ser un acto aislado, es reflejo de una sociedad harta de medidas que restringen derechos básicos como el acceso a la comunicación.

El malestar se debe a la imposición de un nuevo esquema de tarifas que entró en vigor el 30 de mayo, limitando a una única recarga mensual en moneda nacional de hasta 360 CUP. Esta cifra apenas alcanza para un plan básico de datos y minutos, dejando a millones de personas desconectadas si no cuentan con acceso a divisas extranjeras.

Mientras tanto, Etecsa promueve planes en dólares que solo pueden ser adquiridos desde el exterior o mediante la billetera Monedero MiTransfer, lo cual refuerza la exclusión digital de quienes dependen del salario en CUP.

La reacción ciudadana ha sido de indignación colectiva. En redes sociales abundan calificativos como ‘estafa’, ‘atraco’ y ‘abuso descarado’, en referencia al tarifazo. Muchos han convocado a un parón de recargas como acto de protesta. Ante el temor de una posible ola de detenciones, la censura se ha intensificado, pero también lo ha hecho la solidaridad entre usuarios y artistas. Incluso simpatizantes del régimen, como el conocido comentarista El Necio, han expresado su desacuerdo y han pedido un diálogo que tenga en cuenta las necesidades reales de los cubanos.

La situación evidencia el profundo descontento social generado por las políticas de exclusión tecnológica en la isla. El acceso a Internet, clave para la educación, el trabajo y la información, se ha convertido en un privilegio reservado a quienes reciben remesas o trabajan en el sector dolarizado. Periódico Cubano ha lanzado un buzón virtual para recoger quejas de los ciudadanos y presionar a Etecsa a revisar sus tarifas. “Reprimir el arte y la crítica solo profundiza el rechazo a un sistema cada vez más alejado de la realidad del pueblo”, concluyó Pentón.

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