En un país donde las instituciones repiten una y otra vez discursos sin contenido y donde las promesas nunca llegan a la vida real, a veces es la propia gente quien decide marcar la diferencia. Eso ocurrió en Banes, Holguín, cuando un emprendedor local tomó una iniciativa que dejó en evidencia la desconexión total del Estado con las necesidades de su pueblo.

Este 24 de diciembre, mientras los medios oficiales insistían en hablar de supuestos logros, este ciudadano organizó una actividad navideña dedicada a los niños del barrio. No hubo propaganda, ni recursos estatales, ni intención de ganar reconocimiento político. Fue simplemente un acto de cariño hacia los más pequeños, quienes hoy viven rodeados de apagones, precios imposibles y una realidad cada vez más dura.

El evento incluyó payasos, juegos, pintacaritas, dulces, helados y disfraces navideños. Todo se financió con dinero propio, sin pedir ayuda ni esperar retribución. Para muchos niños, fue la primera oportunidad en mucho tiempo de disfrutar un día verdaderamente alegre. Los padres lo agradecieron, conscientes de que cualquier gesto que alivie la carga diaria es un tesoro en la Cuba de hoy.

Sin embargo, como suele suceder, también aparecieron críticas. Hay quienes no soportan ver actos de bondad que no provienen del Estado o que demuestran que la solidaridad real nace del ciudadano común, no de la estructura gubernamental. Estas objeciones no sorprenden: cualquier iniciativa que destaque la ineficiencia del sistema genera incomodidad entre sus defensores.

Lo cierto es que ni los negocios estatales ni las instituciones oficiales en Banes realizaron actividades similares. Mientras algunos hablan de descuentos o falsas ofertas, pocos están dispuestos a invertir de su propio bolsillo para beneficiar a los niños, quienes deberían ser prioridad en cualquier sociedad responsable.

Acciones como esta son las que mantienen viva la esperanza en Cuba. No son los discursos, no son los planes económicos vacíos, no son las consignas. Es la gente de a pie, la que todavía cree en la empatía, la que sostiene los pedazos que van quedando del país.

Este gesto en Banes demuestra que no es la falta de recursos lo que hunde a Cuba, sino la falta de voluntad humana en quienes gobiernan. Cuando alguien decide actuar con decencia, merece ser reconocido. Porque un pequeño acto de bondad puede iluminar incluso las realidades más oscuras.

Fuente: La Tijera

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