Dos activistas evangélicos cubanos que lograron casarse en Cuba tras la aprobación del nuevo Código de Familias, valoraron el proceso que los llevó a celebrar su unión civil en la isla, después de lo que consideran una larga “lucha”.

“La lucha por los derechos contenidos en el Código de las Familias que favorecen a la comunidad LGBTIQ+ no comenzó en 2019 cuando se anunció que tendrían lugar la consulta popular y el referéndum después de aprobada la Constitución”, dijo Adiel González, que se casó con Lázaro (Lachy) González en Matanzas a mediados de octubre.

“Esa lucha es de mucho antes, por lo menos de manera consecuente y sostenida desde 2012, cuando empezó a demandarse públicamente el matrimonio igualitario como un derecho. Por tanto, debe reconocerse que ese Código es fruto en buena medida de más de 10 años de lucha y de presión por parte del activismo LGBTIQ+ cubano, y también del feminista, lo cual deja como primer aprendizaje que la sociedad civil cubana, cuando se organiza y lucha coherentemente por un objetivo común puede lograr grandes resultados”, explicó a la revista OnCuba.

Para Adiel, la comunidad que representa ha logrado “alcanzar una madurez como colectivo en Cuba, aunque a veces no lo reconozcamos del todo”.  

Por su parte, Lachy comentó que el proceso le sirvió para aprender “que toda lucha conlleva tiempo, talento, economía, esfuerzos, entrega, valentía”. “Son muchas las personas que lo apostaron todo. Aprendí que tenemos que empoderarnos e ir más allá de los miedos y las amenazas”, dijo.

“Y, sobre todo, aprendí a admirar y amar mucho más a mi esposo por sus luces, su pasión por la justicia y el tiempo que le dedicó a la lucha. Sé que fueron muchos más quienes estuvieron en ello, pero él me toca más de cerca porque lo vi en su día a día. Aprendí también que la verdad lo puede todo. Que los derechos humanos están ahí para defenderlos”, sostuvo.

También recordó el día en que se hizo oficial la aprobación del Código. “(…) Cuando llegó ese momento, que fue dilatado, quedé sin expresión. Ni lloré, ni reí, ni corrí. La emoción paralizó mi ser. Ya después sí: pude reír y llorar”, dijo.

“Procesamos por un rato la información, y luego, como dice Lachy, lloramos, reímos, nos abrazamos, y brindamos con toda la familia con una cidra que habíamos guardado para la ocasión”, evocó Adiel.

Sobre la decisión de casarse tras la aprobación del Código, dijo que se trataba de “un sueño largamente postergado”. “Nosotros teníamos ese plan desde 2018. Y no lo pudimos concretar entonces. Siempre dijimos que nuestro casamiento iba a ser legal o no sería. Y así fue”, refirió.

“Por otro lado, ya yo estaba en planes de residir en Brasil por un tiempo. Sabíamos que casarnos nos ayudaría a facilitar el proceso para que Lachy fuera conmigo. En Brasil también es legal el matrimonio igualitario. Entonces, nada, por esas razones decidimos el 13 de octubre casarnos. Aunque aún quedan pendientes la ceremonia con la familia y amigos, que pensamos hacerla en Varadero, y con la bendición por la Iglesia, que será oficiada por un/a sacerdote episcopal y un/a pastor bautista, que son nuestras respectivas denominaciones cristianas”, comentó.

“Sí, nos casamos porque era uno de nuestros sueños. Y porque además es nuestro derecho hacerlo”, expresó Lázaro. “Nuestro proceso (…) era un anhelo que fue gestado por años, deseado, visualizado en nuestros sueños. Y teniendo la aprobación del Código de las Familias abrazamos la oportunidad y nos hicimos esposos”, agregó.

La pareja celebró la unión civil en el poblado matancero de Bolondrón, el pasado 13 de octubre. Adiel es un teólogo de 32 años que debió romper con su recinto bautista y transformarse en un férreo activista defensor de los derechos LGBTIQ+ para poder casarse con su novio.

Los matrimonios entre personas del mismo género han estado celebrándose en Cuba desde el 25 de septiembre, cuando fue ratificado en un referendo el Código de Familias. En América Latina, el matrimonio igualitario es legal en Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador, Costa Rica, Chile y en México.

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