La situación de los migrantes dominicanos en Puerto Rico se ha tornado alarmante ante una serie de abusos, negligencias y muertes que han sido denunciadas por el Comité Dominicano de Derechos Humanos en la Isla.

Estos hechos, que siguen acumulándose en un contexto de creciente vigilancia y operativos por parte del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), reflejan una crisis humanitaria que ya no puede ser ignorada.

Uno de los casos más trágicos es el de Antonio Báez, oriundo de "Gaspar Hernández", provincia Espaillat, quien trabajaba en un almacén de construcción en Toa Baja. Durante una redada del ICE, Báez intentó huir subiéndose al techo del edificio.

Desde allí cayó de cabeza, sufriendo heridas que lo mantuvieron varios días en cuidados intensivos. Murió solo, sin haber podido ver a su familia, ya que la solicitud de visa humanitaria de sus allegados fue rechazada. “Fue una muerte que se pudo evitar y que simboliza la indiferencia institucional hacia los migrantes”, expresó un portavoz del Comité.

"Este abandono en los momentos más vulnerables demuestra el nivel de desprotección en el que viven nuestros compatriotas en la isla vecina," denunció la entidad, que también se encargó de recaudar fondos para la repatriación de los restos de Báez a República Dominicana.

Otro caso que ha generado indignación es el de Juan Alexis Tineo Martínez, de 44 años, quien murió bajo custodia del ICE en San Juan tras ser detenido en alta mar. Lo más grave, según medios locales, fue que la agencia no informó sobre su fallecimiento hasta ocho días después, incumpliendo su propio protocolo, que establece un plazo máximo de 48 horas para notificar estas muertes.

"Estos hechos son parte de una tendencia creciente de violaciones a los derechos humanos y de total opacidad por parte de las autoridades migratorias," indicó el Comité. La organización ha reiterado su llamado a organismos internacionales y al gobierno dominicano para que exijan respeto y dignidad para sus ciudadanos en Puerto Rico.

La falta de transparencia, los abusos sistemáticos y la desprotección legal evidencian que la migración dominicana hacia Puerto Rico está siendo tratada como un asunto de seguridad y no como una realidad humana que exige respuestas urgentes y compasivas. Mientras tanto, las historias de dolor y muerte continúan marcando a una comunidad que solo busca mejores condiciones de vida.

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