Eileen Morales sabe que la vida de influencer no dura para siempre.
El buen cuerpo y la buena cara están “aquí y ahora” y “hay que aprovecharlos”, pero no son eternos. Desde que llegó a Miami ha tratado de diversificar sus fuentes de ingreso para que no le falte el sustento el día que “esté feíta y arrugadita” y “ya nadie quiera hacerme una entrevista”.
Propietaria de una compañía de organización de eventos y de fiestas, esta creadora de contenido repite hasta el cansancio que “uno no puede tener una sola entrada de dinero”. Incluso a un doctor, le aconseja “tener varias opciones que te den dinero y no conformarse con ser un asalariado”.
Todavía sin sentir que ha encontrado un hogar, tras haber emigrado dos veces en los últimos cuatro años: primero de Cuba a Chile y luego del país andino a Estados Unidos, la también modelo reconoce a CubitaNOW que el proceso de “empezar otra vez de cero” ha sido duro.
Con TikTok como el escenario donde ella se mueve igual que un pez en el agua, La cubana TikTok, que es su nombre en redes sociales, tiene ahora el aspecto físico que soñó, porque lleva implantes de gel de más de 300 mililitros en cada seno, algo con lo que “tenía que haber nacido” y con lo que se siente “empoderada”. Con voz determinada y sin filtros, se le oye decir que vale la pena invertir en lo que la haga estar más feliz consigo misma.
Si bien afirma que no es “un personaje histórico”, esta tiktoker aspira a que “me conozcan más”, por lo que busca hacerse ver y escuchar, algo que logrará, según adelanta en exclusiva, con su primera experiencia como actriz. La han llamado para grabar una serie que se estrenará en Miami próximamente y, si bien “me sudaban las manos y no sabía cómo aprenderme el guion, porque lo mío es orgánico”, tuvo un coach de Actuación que la ayudó mucho.
-¿Qué es lo que más has necesitado para enfrentar dos veces un proceso migratorio?
-Empecé a hacer contenido en redes sociales precisamente porque era una emigrante triste, sola, y traté de drenar todos esos sentimientos. Eso me ayudó porque encontré mucha gente que me apoyó y me alegró. Tengo la esperanza de estar con mi familia, pero el proceso es largo. Entonces necesité alzar la voz y llevarle un mensaje al mundo. No se trató solo de bailar o de ser sexy, sino de exponer lo que yo había vivido en Cuba con una dictadura para que en Chile, un país con tantas oportunidades, que quería un gobierno de izquierda, me escucharan.
-¿Cuál fue la principal razón que te llevó a ti a emigrar?
-Ni mi abuela ni mi madre estuvieron nunca de acuerdo con el gobierno, no pertenecían al CDR (Comité de Defensa de la Revolución), ni a ninguna organización política. Yo ni siquiera iba a votar. Eso nos trajo problemas: el jefe de sector tocándonos la puerta, se robaban algo cerca e iban a buscar a mi papá. Nos sentíamos muy intimidados, pero nunca existió eso de ‘irnos del país’ porque realmente no teníamos los recursos necesarios para hacerlo ni nadie que pudiera sacarnos de Cuba. Así que simplemente lo que hicimos fue no hacer nada por ese sistema, mantenernos al margen. Eso de alzar la voz y decir: ‘Abajo, Fidel’, nunca lo hicimos porque nos daba miedo, el que aún tienen muchos cubanos. Es increíble cómo, cuando uno sale de Cuba, uno ve las cosas diferentes y se da cuenta de todo lo que nos han quitado. Cuando uno ya sale de Cuba y uno ve la realidad, es imposible callar. Entonces tuve que empezar a hablar.
-Pero también tuviste que salir de Chile…
-Mi esposo, que era vecino mío desde niños, hasta que un día nos dimos un besito porque yo se lo pedí y aunque él no quería lo obligué, fue quien me dijo: “Vámonos de Cuba”. Él me ayudó mucho a llenarme de fuerza para empezar de cero en otro lugar. Porque yo tengo un hijo y me dolía dejar a mi hijo en Cuba con mi madre para emprender un viaje. Pero mi madre me dijo: “Hija, hazlo, porque así vas a poder ayudarnos a nosotros. Han pasado muchos años y, aunque no hay mal que dure 100 años, tampoco yo voy a durar tanto. Tu abuela falleció y nunca pudo ir a un mercado a comprarse una manzana”. Así vendimos la casa y salimos de La Habana con 12 mil dólares para hacer la travesía a través de Guyana, que estaba con libre visado para los cubanos en aquel momento. Pero en Perú la policía nos quitó el dinero que llevábamos y llegamos sin nada a Chile, donde había mucha gente que me apoyaba, pero también muchos comunistas que me criticaban por ir a marchas y protestar frente a la Embajada de Cuba. A nosotros se unían chilenos, venezolanos, gente que no quería el comunismo en Chile. Mis propios vecinos me empezaron a gritar “desertora del Socialismo”, y amenazaban a través de mensajes con matarme a mi perrito. Cuando vi tan cerca que el Comunismo iba a llegar a Chile me dio pánico porque yo era muy conocida y el comunista no es alguien con quien tú te puedas sentar a hablar, sino que dicen que te prostituyes porque tienes las nalgas afuera en Instagram, y así tratan de denigrar a la mujer, porque no quieren que tenga voz. Entonces supe que allí no me podía quedar.
-Siempre ha sido importante para ti que tus seguidores vean que eres más que una cara y un cuerpo bonitos. ¿Qué es lo que hay detrás de eso?
-En el fondo de todo lo que yo hago, lo que yo quiero es que me escuchen. Muchas personas me preguntan por qué hablo de política y les respondo que lo hago porque mi corazón me manda. Es como una voz que yo tengo interior. Y mi mensaje no es solo para los cubanos, sino para el mundo. Porque lo que está pasando en Cuba, se quiere hacer en muchos países de Latinoamérica y creo que Latinoamérica debe conocerlo para que no lo repita.
-¿Cómo has hecho entonces para mostrar lo que tú quieres mostrar de tu cuerpo, hasta donde tú quieras mostrarlo, sin dejar de compartir tus opiniones?
-Yo conozco al público y trato de atraerlo a lo mejor con un video mío bailando, y ya cuando me sigue sé que me va a escuchar. He usado ésto de seducir al público para que venga a donde estoy yo y luego brindarle mi mensaje.
-Hay quien podría pensar que la mayoría de tus seguidores son hombres, pero no es así...
-Es que las mujeres admiramos a las mujeres. Muchos hombres piensan que si las mujeres se hacen el pelo y las uñas es para lucirles, pero no es así. Otra mujer es la que te dice: “Ay, qué color de pelo más lindo, pero qué color de uñas más lindos, o estás bien combinada”. Y el hombre que lo disfrute. Además, hablo sobre las relaciones de pareja cosas con lo que muchas mujeres se sienten identificadas o tienen algo que las reprime y dicen: “Oye, es verdad lo que dijo La Cubana”. Me mandan muchas historias, de parejas, cosas tristes, y yo interpreto esas mismas historias que me mandan, las hago mías y las transmito.
[IMAGE]{"data": "https://cdncubitanowads-102a5.kxcdn.com/images/e1438bbc-c139-42c5-950e-af76014af4b5-influencer cubana2.jpg", "width": 2048, "height": 1536}[/IMAGE]
-¿Qué representa para ti la mujer cubana?
-Chile, por ejemplo, es un país de América Latina, pero no es tan caliente y colorido como puede ser Venezuela, porque tiene otra cultura. Decir cubana en Chile para muchos es decir prostitución. Vamos a ser claros: mi país lleva 60 años de dictadura y de prostitución. Es algo triste, pero es una realidad. Es decir, ven que te arreglas y que llevas un short corto y enseguida piensan que te estás prostituyendo. Otros muchos decían: “Ah, pero no es negra”, como si todos los cubanos fuéramos negros. Por eso precisamente yo trato de demostrar que trabajando se puede lograr lo que quieras; y que no todas las cubanas se prostituyen. Es verdad que hay quien sí lo hace, pero en Cuba hay mujeres bellas, hermosas, con un cuerpazo, que nunca se han prostituido.
-¿Y pasa así aquí en Miami?
-Imagina que todavía hoy hay quien se piensa que yo bailo en un gogó. Y no solo lo creen los de otras nacionalidades. A veces los mismos cubanos, que estamos unos contra los otros. Y yo lo que quiero demostrar es que puedo estar trabajando en una joyería o en un almacén de camiones, porque las mujeres podemos hacer lo que nos propongamos. De hecho, a veces molesta que yo muestre mis logros, como que me compré un auto o un bolso, y hay quien dice: “Qué materialista”, pero lo que quiero es enseñar que si tú vives en un país libre, de oportunidades, puedes tener lo que desees.
-¿Qué pasó recientemente que te hizo cambiar en gran medida tu manera de ver la vida?
-Cuando llegué a Miami lo primero que hice fue comprar mi auto, y luego compré bolsos y zapatos caros. Pero hace dos meses perdí a mi padre, el amor de mi vida, mi cómplice. Yo amo a mi madre, pero mi papá y yo chismeábamos todos los días. Y desde que se fue, sentí que nada de lo que yo valoraba tenía sentido. Tengo cosas de marca y las voy a seguir usando, pero yo quiero viajar por el mundo. Cuando tenga tres mil dólares, en vez de gastarlos en zapatos y bolsos de marca, me iré de viaje y ayudaré más a mi familia (que a mis padres siempre los ayudé), porque hasta cuando uno se lava la boca aquí con pasta buena, Colgate, uno dice: “Ay, tengo que comprarle a mi mamá”. Hay que valorar más los momentos, la felicidad, la familia.
-¿Qué es lo mejor que podrías decirle a los cubanos que viven en la isla?
-Hay muchas personas en los medios que hacen un llamado a los cubanos para que se activen, para que salgan de la realidad en que están viviendo y yo siento que no puedo hacerlo porque yo no lo hice. ¿Cómo una cubana, que no luchó en su país y que sí, estaba en contra del gobierno, pero nunca alzó la voz, le va a decir a otros que lo hagan? El mismo 11J fue un despertar, un hecho que un día estará en los libros de Historia de Cuba, con todos los presos políticos como héroes. Ahora intentan adoctrinar desde la escuela y en el libro de Primer Grado ponen que con “f” se escribe fusil o que “En manos buenas, un fusil es bueno”. Esos es lo que le enseñan a nuestros niños. A los cubanos simplemente les diría que, si tienen la fuerza que yo no tuve, si no tienen el miedo que yo tuve, hagan lo que sea porque nuestro país sea libre. Sé que yo no tuve ese valor, pero hay otros que sí lo tienen.