La nota publicada por José Alberto Portela Aportela aborda un tema de gran relevancia para el béisbol cubano: la participación del equipo Cuba en el VI Clásico Mundial de béisbol, especialmente en el contexto de las políticas migratorias y de visados vigentes en Estados Unidos.
Este país albergará una de las sedes del torneo donde debe competir Cuba (en este caso Puerto Rico), lo que implica que el equipo cubano necesitará visados para poder competir en territorio estadounidense, algo que se ha vuelto cada vez más complicado debido a las restricciones que se endurecieron durante la administración de Donald Trump.
El artículo explica que, aunque hay una política general que dificulta la obtención de visados para cubanos, existe una excepción para deportistas y sus comitivas cuando participan en eventos internacionales importantes. Sin embargo, esta excepción no garantiza la entrada automática, ya que queda a discreción del Secretario de Estado estadounidense aprobar o negar estos permisos. Por lo tanto, aunque formalmente no se prohíbe la participación del equipo Cuba, la realidad política genera una incertidumbre constante y pone en riesgo la asistencia de los peloteros cubanos.
La medida pudiera forma parte de políticas más amplias que intentaron limitar la representación oficial de Cuba en eventos internacionales para debilitar simbólicamente al régimen cubano. De hecho, algunas fuentes externas y antecedentes en el béisbol señalan que la administración Trump impulsó regulaciones para restringir los movimientos de deportistas cubanos, aunque no siempre de forma transparente o pública.
La nota resalta el “poder” del Secretario de Estado para decidir sobre los visados, lo que deja la puerta abierta a posibles exclusiones o vetos basados en motivos políticos. Esta realidad genera temor entre jugadores, directivos y aficionados, ya que la participación en el Clásico Mundial no solo tiene un valor deportivo sino también simbólico para Cuba.
El artículo menciona la frustración y el debate entre aficionados y expertos sobre la politización del deporte, algo que se percibe como un obstáculo para la participación plena de Cuba en eventos internacionales, y que afecta la credibilidad de dichos torneos.
El equipo Cuba enfrenta una situación delicada en la que el acceso a la competencia depende en gran medida de decisiones políticas ajenas al deporte. Aunque no se confirma en esta nota que los peloteros cubanos deban firmar un documento de exclusión política para poder jugar en la MLB, las restricciones de visados y la política estadounidense complican notablemente la participación oficial del Team Asere en eventos que se realicen en EE. UU.
Esta situación pone en jaque el futuro del béisbol cubano en escenarios internacionales y evidencia cómo las políticas migratorias pueden convertirse en un arma política contra el deporte.
A todo esto hay que añadir el descenso de la pelota cubana a nivel internacional y nacional, donde los eventos que se realizan dejan mucho que desear en cuanto a su calidad. Ni qué decir de la actuación del CUBA en certámenes internacionales de primer nivel con nefastas actuaciones, en la mayoría de los casos.
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