Durante una gira por la provincia de Camagüey, el mandatario designado Miguel Díaz-Canel visitó la fábrica de quesos Taíno, ubicada en el municipio de Guáimaro. Esta planta representa el 40% de la actividad económica del territorio, pero actualmente solo puede operar cuatro horas diarias debido a los constantes apagones que azotan la región.
Los directivos explicaron que la falta de electricidad hace imposible mantener la producción, lo que refleja de manera cruda el deterioro de la infraestructura energética nacional.
La fábrica, símbolo económico del municipio, sobrevive con lo mínimo: cuatro horas de energía eléctrica mientras el resto del día permanece inactiva. Esta limitación no solo afecta la producción, sino que compromete el sustento de toda una comunidad que depende de ella.
La situación es más grave si se considera que Guáimaro, como parte de la provincia más ganadera del país, debería ser un pilar del sector agroindustrial. Sin embargo, los cortes eléctricos y la falta de apoyo logístico han desmantelado lo que antes fue una cadena productiva funcional.
Durante el recorrido, Díaz-Canel también visitó la fábrica de Sibanicú, otro centro en crisis por la escasa electricidad y la deficiente recogida de leche. Las plantas industriales no logran operar ni cerca de su capacidad instalada, y los proyectos agropecuarios sufren por la falta de recursos básicos.
A pesar de estas realidades, el mandatario reiteró su conocido llamado a la “resistencia creativa” e instó a los trabajadores a “hacer más con menos”, una frase que ha perdido peso ante el agotamiento de la población.
"Mientras Díaz-Canel viaja en caravana de vehículos modernos, los cubanos enfrentan apagones, escasez de combustible y una caída estrepitosa en la producción lechera y ganadera. La imagen del poder contrasta dolorosamente con las condiciones del pueblo", opinan muchos internautas, tanto dentro omo fuera de la Isla.
En 2024, Camagüey perdió más de 66.000 reses, y la masa ganadera se redujo a menos de 433.000 animales. Las consecuencias se reflejan en la dramática caída de la producción lechera, lo que a su vez impacta la elaboración de productos como el queso, esenciales en la dieta popular.
Los ciudadanos, privados incluso de gasolina para encender plantas eléctricas, perciben estas visitas como montajes alejados de la realidad. La desconexión entre el discurso oficial y las condiciones materiales de la población es cada vez más evidente. Mientras se exige más sacrificio desde el poder, la gente vive entre carencias que el gobierno no logra o no quiere, resolver.
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