La situación económica y social en Cuba se ha tornado insostenible. Lo que alguna vez fue un referente revolucionario en América Latina hoy depende de la importación de productos básicos como los huevos, mientras sufre el desplome del turismo, el retroceso productivo y la pérdida de población.
En febrero de 2025, República Dominicana exportó más de 30 millones de huevos a Cuba por un valor superior a los 20 millones de dólares, según datos de la Asociación Dominicana de Avicultura. La cifra ilustra la incapacidad del sistema cubano para sostener su agricultura y satisfacer necesidades esenciales.
Este escenario no es nuevo, pero se ha agravado en los últimos años. Cuba enfrenta una crisis estructural, no coyuntural, marcada por la caída del turismo, el colapso del campo, el envejecimiento de su infraestructura y la desconexión tecnológica. A esto se suman las sanciones impuestas por Estados Unidos, el endurecimiento migratorio y una administración incapaz de reformarse.
Sectores emblemáticos como el azúcar, el tabaco y el ron —históricamente claves en las exportaciones cubanas— han perdido competitividad. En 2023, las exportaciones totales del país apenas superaron los 1,600 millones de dólares, según el Observatorio de Complejidad Económica, cifra que refleja el retroceso de su economía real.
Mientras tanto, el turismo, motor financiero clave para la isla, ha colapsado. En 2017, Cuba recibió 4.7 millones de visitantes. En 2024, esa cifra se redujo a 2.2 millones. La falta de servicios, los apagones, la escasez de alimentos y el deterioro general han alejado a los viajeros. De hecho, según The Economist, la caída del turismo canadiense fue del 30% solo en el primer trimestre del año.
“El mal estado de la infraestructura y la falta de electricidad convierten las vacaciones en Cuba en una experiencia estresante”, afirmó Amra Durakovic, directora regional de la agencia Flight Centre Canadá. Como consecuencia, muchos operadores están redirigiendo el flujo turístico hacia destinos más estables como República Dominicana o México.
La situación energética también refleja el colapso. En provincias del oriente cubano se reportan cortes de electricidad de hasta 18 horas diarias. Las termoeléctricas están obsoletas y sin mantenimiento, y el sistema no cuenta con capacidad de generación suficiente. Esto ha paralizado servicios básicos: hospitales que dependen de plantas de emergencia, escuelas con horarios reducidos y comercios que pierden productos por la falta de refrigeración.
En cuanto a la conectividad, la isla está en desventaja frente a sus vecinos del Caribe. El acceso a internet es limitado y costoso. En abril de 2024, el gobierno incrementó las tarifas de datos móviles en un 25%, y en junio se aplicaron nuevas subidas. En contraste, el salario promedio en Cuba ronda los 5,700 pesos (unos 47 dólares), mientras que un paquete básico de 3 GB cuesta cerca de 3,400 pesos (28 dólares).
Los indicadores sociales también muestran un panorama alarmante. De acuerdo con el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, el 89% de los cubanos vive en condiciones de extrema pobreza. El 61% de los hogares no puede cubrir lo esencial y el 70% de los ciudadanos ha dejado de hacer al menos una comida diaria por falta de recursos.
Además, el 91% de los encuestados por el OCDH desaprueba la gestión del gobierno, y solo un 3% cree que el modelo cubano debería ser replicado por otras naciones. La desilusión ha alimentado el éxodo: según cálculos del economista y demógrafo Juan Carlos Albizu-Campos, la población residente en la isla a finales de 2024 era de 8 millones de personas, una reducción del 18% respecto a los datos oficiales anteriores.
A esta crisis interna se suma un nuevo golpe externo. El pasado 4 de junio de 2025, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que impide emitir nuevas visas B1, B2, F, M y J a ciudadanos cubanos. La medida entró en vigor el lunes 9 y justifica su implementación por "riesgos elevados de seguridad", deficiencias en la cooperación migratoria del régimen cubano y fallas en la verificación de identidad.
Esto limita aún más las opciones de salida para miles de cubanos que contemplaban emigrar como solución ante el colapso económico y la falta de expectativas. Aquellos que aún no logran salir del país enfrentan grandes obstáculos: altos costos, condiciones precarias, apagones y falta de servicios básicos.
Cuba, que durante décadas sostuvo una narrativa de resistencia y autosuficiencia, se encuentra hoy superada por sus propias carencias. Mientras países como República Dominicana avanzan como polos turísticos y exportadores en la región, la isla retrocede en todos los frentes. Incluso cadenas hoteleras extranjeras con larga presencia en el país, como Meliá e Iberostar, evalúan reducir sus operaciones ante la imposibilidad de garantizar condiciones mínimas para sus clientes.
En este contexto, la economía cubana no solo ha dejado de crecer, sino que se ha convertido en un caso de colapso continuo. La CEPAL prevé que Cuba, junto a Haití, será la única economía latinoamericana en recesión por tres años consecutivos.
El país caribeño se encuentra en una encrucijada crítica: sin reformas profundas, inversiones externas ni confianza internacional, el futuro inmediato se perfila aún más oscuro. La Cuba de 2025 es, cada vez más, un reflejo de su estancamiento político y del abandono de sus promesas fundacionales.
(Con información de Diario Libre)
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