Israel lanzó una serie de ataques aéreos sobre la Franja de Gaza en la madrugada del martes, causando la muerte de al menos 404 personas, incluidas mujeres y niños, según informaron funcionarios hospitalarios. El bombardeo rompió el alto el fuego vigente desde enero y podría intensificar el conflicto que ya se ha extendido por más de 17 meses.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, autorizó la ofensiva tras el rechazo de Hamás a modificar los términos del acuerdo de tregua. Las autoridades israelíes indicaron que la operación no tiene una duración definida y podría ampliarse en los próximos días. Desde Washington, la Casa Blanca expresó su respaldo a la respuesta de Israel.
El ejército israelí ordenó la evacuación de varias zonas del este de Gaza, incluidas Beit Hanoun y otras localidades al sur, lo que sugiere la posibilidad de una ofensiva terrestre en el corto plazo. "A partir de ahora, actuaremos con una fuerza militar creciente contra Hamás", señaló la oficina de Netanyahu en un comunicado.
El ataque se produjo en pleno mes sagrado del Ramadán, un periodo de gran significado para la comunidad musulmana, lo que podría agravar aún más las tensiones. Además, pone en peligro la vida de los rehenes israelíes que aún se encuentran en manos de Hamás. Un alto funcionario del grupo palestino calificó la decisión de Netanyahu como una "sentencia de muerte" para los cautivos. Asimismo, acusó al gobierno israelí de utilizar la ofensiva para fortalecer su frágil coalición política.
Pese a la gravedad de la situación, no se registraron ataques de represalia por parte de Hamás en las horas posteriores al bombardeo, lo que indicaría que aún se mantiene la posibilidad de restablecer la tregua.
La crisis también ha tenido repercusiones políticas en Israel. Las manifestaciones contra Netanyahu, derivadas de su manejo del conflicto y la crisis de los rehenes, se intensificaron tras los ataques. Sin embargo, la ofensiva le otorgó cierto respaldo dentro de su coalición, ya que un partido ultraderechista que había abandonado el gobierno debido al alto el fuego anunció su regreso.
En el plano humanitario, la situación en Gaza sigue deteriorándose. En la ciudad de Rafah, un ataque aéreo destruyó una vivienda, dejando un saldo de 17 muertos, incluidos cinco niños y varios adultos. En Jan Yunis, los hospitales están desbordados, con heridos siendo atendidos en el suelo debido a la falta de recursos.
La reanudación de los combates era algo que muchos palestinos consideraban inevitable, dado el estancamiento de las negociaciones para la segunda fase del alto el fuego. Israel endureció sus condiciones, restringiendo la entrada de ayuda humanitaria a Gaza con el objetivo de presionar a Hamás para aceptar su propuesta.
Desde Washington, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Brian Hughes, culpó a Hamás de la reanudación del conflicto, argumentando que "podrían haber liberado a los cautivos y prolongado el alto el fuego, pero optaron por la negativa y la guerra".
Por su parte, un alto funcionario israelí, bajo condición de anonimato, explicó que la ofensiva busca debilitar la infraestructura y las capacidades militares de Hamás. Además, adelantó que Israel planea expandir la operación más allá de los bombardeos aéreos.
El conflicto se reaviva dos meses después de que ambas partes acordaran una tregua que permitió la liberación de 25 rehenes israelíes a cambio de casi 2.000 prisioneros palestinos. Sin embargo, la segunda fase del acuerdo, que incluía la liberación de más cautivos y la retirada progresiva de las tropas israelíes, nunca llegó a concretarse.
Hamás insiste en que solo liberará a los rehenes restantes si Israel pone fin a la guerra y retira sus tropas de Gaza. Sin embargo, Netanyahu se ha mostrado firme en su postura de continuar la ofensiva hasta desmantelar completamente la capacidad militar y gubernamental del grupo palestino.
(Con información de AP)
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