En un país donde la crisis económica, la violencia y la escasez de lo más básico afectan a millones de ciudadanos, la prensa oficialista sigue eludiendo los temas que realmente impactan la vida de los cubanos. Un claro ejemplo es la reciente cobertura dada por Cubadebate a un supuesto escándalo en la tienda “Cibeles” de CIMEX, donde inspectores encontraron cigarrillos y bolsas de hígado de pollo sin etiquetar correctamente.

Según el reporte, lo ocurrido en este establecimiento es un “hecho denigrante” que amerita la intervención inmediata de las autoridades. Sin embargo, mientras se despliega una narrativa de rigor e indignación sobre la falta de precios visibles y el almacenamiento de mercancía en stock, la realidad de los cubanos es completamente ignorada.

La realidad de Cuba no se mide en cigarrillos almacenados ni en paquetes de hígado esperando ser vendidos. Se mide en la violencia creciente en las calles, los feminicidios que quedan impunes, la desesperación de los jóvenes que ven en la emigración la única salida, y la extrema pobreza que asfixia a las familias.

El hambre es el problema, no la distribución de un puñado de bolsas de hígado de pollo en una tienda. La falta de medicamentos en hospitales, la crisis del transporte, los apagones interminables y la inflación galopante son los verdaderos temas que deberían copar los titulares. Pero el oficialismo, en su afán de desviar la atención, prefiere magnificar asuntos menores para aparentar control y eficiencia donde solo hay caos y abandono.

El énfasis en estas “denuncias ciudadanas” por la gestión de un comercio revela otro aspecto preocupante: el aparato estatal sigue usando el mecanismo de la vigilancia y la delación para fomentar la fragmentación social. Mientras los cubanos se ven forzados a denunciarse entre sí por cuestiones insignificantes, el verdadero aparato de corrupción e impunidad en las altas esferas sigue intacto.

Es irónico que el oficialismo proclame su lucha contra la especulación y el acaparamiento cuando, en la práctica, es el propio sistema el que ha generado el mercado negro como única alternativa de supervivencia. En un país donde los salarios no alcanzan ni para lo mínimo, ¿cómo pretenden que la gente acceda a los productos esenciales cuando estos apenas aparecen en las tiendas estatales?

El despliegue mediático sobre un simple incidente en una tienda de CIMEX no es más que una táctica habitual del régimen: inflar la trivialidad para invisibilizar la crisis real. Se pretende transmitir la imagen de un Estado vigilante y preocupado por el bienestar de los ciudadanos, cuando en realidad es el propio Estado el que ha sumido a su pueblo en la miseria.

Mientras los medios oficialistas sigan dando prioridad a este tipo de noticias irrelevantes, Cuba continuará hundiéndose en una crisis que no se soluciona con inspectores en tiendas, sino con cambios estructurales que el gobierno se niega a permitir

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