El malestar vuelve a sacudir a los vecinos de El Vedado, uno de los barrios más emblemáticos de La Habana, donde la oscuridad se ha convertido en una rutina tan frecuente como insoportable.

Sin embargo, lo que desata la indignación no es solo otro apagón, sino el contraste obsceno entre la penumbra generalizada y el brillo constante de algunas residencias vinculadas a figuras del poder.

Denuncias recientes señalan que una vivienda asociada a Sandro Castro —actualmente en manos de su ex pareja, Laura Daniela— permanece iluminada incluso cuando el resto del vecindario queda a tientas.

Una lámpara exterior conectada directamente desde un poste público permanece encendida día y noche, como si la crisis energética del país no existiera para ciertos privilegiados. La escena, captada por vecinos y compartida en redes sociales, simboliza lo que muchos consideran la desigualdad más descarada que se vive hoy en Cuba.

Mientras algunos disfrutan de electricidad asegurada, a unas cuadras el panorama es completamente distinto. La intersección de 23 y Paseo, uno de los puntos de mayor circulación en El Vedado, continúa sin semáforo debido a la falta de energía. Los conductores avanzan a ciegas, los peatones cruzan con temor y la esquina se convierte cada noche en un peligro real. La ausencia de control vial, sumada a la falta de alumbrado, convierte el cruce en un escenario donde un accidente grave puede ocurrir en cualquier momento.

El entorno confirma la decadencia. Basura acumulada durante días, olor a aguas albañales, fachadas deterioradas y un sentimiento generalizado de abandono. El apagón, más que una falta de corriente, se siente como una metáfora: el país sumido en sombras mientras un pequeño grupo continúa disfrutando de privilegios inaccesibles para la mayoría.

Muchos cubanos coinciden en que la crisis eléctrica, lejos de ser un problema técnico, refleja un modelo de poder que protege a una élite y deja al resto en la miseria. La población se siente burlada, ignorada y expuesta a riesgos innecesarios, mientras observa cómo algunos viven rodeados de luz en medio de tanta oscuridad nacional.

Los comentarios se multiplican; así, Yanara Surekt Villalón Ochoa asegura que "en Santiago quitaron los semáforos ‘por seguridad’ y todavía no los han puesto. Parece que están esperando otro huracán para decidirse.”

Ida Teresa Oubiñas Vázquez: “Es una falta de respeto tremenda. No tienen vergüenza.”

Usuario Revolico: “Los verdaderos responsables de todo este desastre son los que gobiernan. Décadas de servidumbre política y económica han convertido a Cuba en un territorio sometido. El pueblo paga las consecuencias mientras otros siguen viviendo como si nada pasara.”

El Vedado no solo vive apagones; vive el hartazgo de un pueblo agotado, que ve cómo la desigualdad se ilumina cada noche desde una lámpara que, para los cubanos de a pie, simboliza algo más profundo: el descarado privilegio de quienes jamás han vivido a oscuras.

Fuente: La Tijera

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