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La marcha convocada por Díaz-Canel: propaganda en medio de la miseria cubana

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 14 de diciembre de 2024

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En medio de una de las peores crisis económicas y sociales que ha enfrentado Cuba en más de seis décadas, el dictador Miguel Díaz-Canel ha anunciado una "Marcha del Pueblo Combatiente" para el próximo 20 de diciembre. Sin embargo, para la mayoría de los cubanos, esta convocatoria es percibida como un acto simbólico vacío que celebra el fracaso de la llamada Revolución Cubana, una revolución que solo ha dejado pobreza y desesperanza en su camino.

Mientras el régimen insiste en movilizar a la población, el país atraviesa una escasez extrema de alimentos, medicinas y otros productos básicos. El salario promedio de los trabajadores estatales no alcanza para cubrir siquiera la canasta básica, y la inflación sigue golpeando con fuerza los bolsillos de las familias cubanas. En muchas zonas rurales, el acceso a agua potable y electricidad es intermitente, y las calles de las principales ciudades están llenas de basura y escombros, reflejando el deterioro de la infraestructura.

Además, la situación del transporte público es crítica, con suspensiones constantes debido a la falta de combustible, dejando a los ciudadanos varados durante horas en paradas atestadas. Los hospitales carecen de insumos esenciales, desde medicamentos hasta jeringuillas, y el sistema educativo, una vez considerado un logro del régimen, está colapsando ante la falta de recursos y docentes capacitados.

La convocatoria de esta marcha no busca resolver estas problemáticas. Por el contrario, parece diseñada para reafirmar el control del régimen y perpetuar un relato ficticio de unidad y resistencia. Detrás de la propaganda oficial, la realidad es que Cuba lleva más de 60 años inmersa en un modelo político y económico fallido, incapaz de generar prosperidad para su pueblo.

Lejos de ser una "fiesta del pueblo combatiente", como la ha denominado Díaz-Canel, esta marcha se percibe como una estrategia para distraer la atención de las penurias diarias. Mientras el régimen gasta recursos en organizar desfiles y movilizaciones, millones de cubanos luchan por sobrevivir con un sistema de racionamiento que no cubre sus necesidades y sin opciones reales para mejorar su calidad de vida.

Además, la represión sigue siendo la respuesta del gobierno a quienes alzan su voz. Las detenciones arbitrarias, la censura y la vigilancia constante son el precio que paga cualquier ciudadano que se atreva a cuestionar el fracaso de la revolución.

En lugar de marchas y discursos, lo que Cuba necesita es un cambio profundo que priorice a su gente, garantice derechos y permita el desarrollo de una economía que funcione para todos. Hasta entonces, estas marchas no serán más que un espectáculo de propaganda que celebra un sistema que ha condenado a generaciones enteras a la pobreza y la desesperanza.



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