Aunque los vídeos son lejanos y grabados con un dron espía a cierta altitud, se aprecia cómo varias columnas de unos 40 soldados cada una avanzan en hilera como puntos negros sobre la nieve blanca, a plena luz del día y sin protección alguna de blindados, lo que recuerda a las ofensivas desesperadas del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial, con los soldados bien cargados de vodka para vencer al miedo. Después, otro dron graba el resultado: otra hilera, pero esta vez de unos 20 cadáveres.
Se trata del primer gran ataque de tropas rusas y norcoreanas en la región rusa de Kursk, que tratan de desalojar al ejército ucraniano, que aún conserva unos 700 kilómetros cuadrados. Si bien los norcoreanos ya había sufrido algunas bajas en ataques lejanos de artillería a sus posiciones iniciales de despliegue, e incluso con misiles Storm Shadow, es la primera vez que estas tropas se usan en una ofensiva «de carne de cañón», que es en un principio para lo que Rusia iba a usarlas.
Según aseguró ayer el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, cientos de norcoreanos participaron en este asalto cerca de la aldea de Pletkovo junto a tropas rusas. Estos norcoreanos han sido desplegados junto a otros soldados de origen asiático como buratos o siberianos, aunque otras fuentes también sitúan a parte de ellos en el Donbás, especialmente en la zona de Pokrovsk (Donetsk), donde peor lo está pasando ahora Ucrania porque Rusia concentra ahí una superioridad de tropas abrumadora con respecto a lo que puede movilizar Kiev.
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